El Gobierno japonés decidió emprender la mayor inversión en la historia para la energía solar, con el plan de instalar 100 GW hasta el 2015.
Hace unos meses el Gobierno japonés decidió emprender la mayor inversión en la historia para la energía solar, con el plan de instalar 100 GW hasta el 2015. Esto significa que se instalará cuatro veces más de lo que instaló Alemania en 25 años. Esta decisión política se ve respaldada por inmensos gastos en capital de parte del gobierno y una serie de inversiones privadas incluyendo compromisos de alto volumen por parte de Masayoshi Son, fundador del Softbank y uno de los accionistas principales de Yahoo. Esta decisión política en combinación con un fuerte apoyo corporativo de parte de un grupo selecto de empresarios formará el mayor impulso para la energía renovable en la historia moderna.
Al mismo tiempo varias compañías americanas del sector solar solicitaron suspensión de pagos y cerraron sus instalaciones de producción, lo que contribuye a la recesión en los EEUU. La muy prometedora industria solar que fue parte de la economía verde y los empleos verdes está claramente en crisis. La empresa Solyndra – la que cerró más recientemente después de Veeco un mes antes – la había recibido un millar de dólares de capital de riesgo y otro medio millar en garantías gubernamentales, en un comunicado de prensa afirmó que no podía competir con los rivales mayores en ultramar. La compañía argumentó que los cortes en subsidios en Italia, el segundo mayor mercado mundial, frenaron el desarrollo de proyectos solares y conllevaron un exceso en el mercado, lo que provocó una caída de los precios en un 25 por ciento.
Los expertos siguieron argumentando que los problemas están arraigados en “unas empresas chinas que recibieron millares de dólares en créditos con bajos intereses de los bancos estatales y tienen acceso a una cadena de suministro doméstico bien desarrollado para la fabricación de equipo solar. Sin embargo, un financiamiento de un millón y medio de dólares en capital de riesgo y unas garantías gubernamentales son un desembolso bastante generoso. La verdadera razón por la que Solyndra y Veeco quebraron fue la tecnología que escogieron y la ausencia de un modelo de negocio competitivo. El CIGS (CuIn(x)Ga(1-x)Se(2)) pertenece a las celdas solares de película fina y compiten con el telururo de cadmio (que es más tóxico) y el silicio amorfo. Si se consideran solo estas tres sustancias, el CIGS es el mejor.
Además, el éxito se preveía debido a una escasez percibida de silicio que habría subido los precios, así se sustituiría un material de limitado acceso (Si) con otras (In, Ga, Se) que tampoco se accesan fácilmente, son difíciles de manejar y requieren mucha energía. Tres años después el silicio fue más barato, así que la promesa inicial no se cumplió. En cuanto a los chinos, su precio es solo un 10-20 por ciento más bajo, de manera que la eficiencia y la tecnología habrían bastado para marcar una diferencia. El problema es que no se cumplieron las expectativas.
La tecnología de CIGS fue el pronóstico equivocado. En vez de buscar variaciones del mismo tema, ha llegado el tiempo para cambiar las reglas del juego. La sustitución de un material por otro simplemente no es la clave. Las tecnologías de película fina son demasiado caras, tienen demasiados problemas que resolver respecto de la fabricación y no pueden competir frente a unas innovaciones simples pero fundamentales como la de Solarus AB (Suecia) que combina la fotovoltaica y la energía solar concentrada usando ambos lados de las placas de silicia (una invención tan simple pero profunda), genera calor a partir del enfriamiento y al mismo tiempo suministra una combinación de calor y energía (cogenergación). Este triple avance es tres veces más eficiente que el más eficiente panel fotovoltaico simple, sea de wafer, silicio, CIGS, de película fina o de cualquier otra tecnología, y solo cuesta una fracción del precio. Con menos de un por ciento de los financiamientos de Solyndra, Solarus compite con la energía nuclear en cuanto a horas kilovatio y tiene una filosofía de fabricación descentralizada, usando los materiales reciclados que se puedan encontrar en el sitio.
No se trata tan solo de la tecnología, sino más bien de un modelo de negocio innovador y competitivo. Así, no es justo culpar a los asiaticos o lamentarse de que se ha apostado por el caballo equivocado en cuanto a la tecnología mientras se atenga a un modelo de negocio pasado de moda que se concentra solo en una competencia principal y nada más. Otro problema quizá puede ser un exceso de dinero. Después de todo cualquier empresario adinerado no está propicio al cambio. A menudo los fundadores de empresas sin dinero ni experiencia tienen éxito porque abren caminos innovativos para el futuro con lo que tienen a mano.
Via Blue Economy.biz
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